miércoles, enero 30, 2008

La Odisea. Canto XVII


Telémaco encarga al porquerizo que lleve a Odiseo al palacio real y luego se despide de ambos para dirigirse a encontrarse con su madre, la augusta Penélope. Ella lo recibe con toda la alegría y el alivio que puede esperarse de quien teme por la vida de su hijo; inmediatamente comienza a hacerle preguntas acerca de su viaje y las dificultades que tuvo que superar para poder llegar sano y salvo. Telémaco relata sus aventuras en Pilo, donde conoció al anciano Néstor y a su hijo Pisístrato, su viaje a Esparta, en el cual conversó con Menelao, para luego describir su viaje de regreso a la tierra de Ítaca.
Luego de dicha charla, un miembro del séquito de Penélope le augura a la reina que su esposo se encontraba en Ítaca en ese mismo momento y ella le promete tesoros incalculables si esa afirmación resultaba ser cierta.
Eumeo buscó un bastón para que ayudara el paso del anciano que iba a acompañarlo y ambos se dirigieron hacia el palacio real, como Telémaco les había indicado.
Al llegar a las puertas del palacio, Odiseo vio con enorme tristeza a su viejo perro Argos, el cual yacía sobre un cerro de estiércol. Odiseo mismo había tomado con sus manos a este hermoso animal cuando todavía era un cachorro, poco antes de partir hacia Ítaca y sus ojos se llenaron de lágrimas al verlo en tan lamentable situación. El noble animal fue capaz de levantar su cabeza y ver a su querido amo y lo reconoció inmediatamente, a pesar del tiempo transcurrido. Con las pocas fuerzas que le quedaban, Argo pudo bajar las orejas y mover la cola en señal de reconocimiento y cariño hacia Odiseo, para luego morir con la felicidad de haber visto nuevamente a quien también era su rey.
Al palacio entró primero el porquerizo y se dirigió hacia Telémaco, luego lo hizo Odiseo y su hijo le hizo obsequio de pan y carne, indicándole que pidiera a los galanes para ver cual de ellos estaba dispuesto a compartir algo de comida y bebida con él. Odiseo obedeció los mandatos de su hijo, recorriendo la gran mesa mientras todos los pretendientes de la reina se preguntaban quién sería aquel mendigo desconocido y solamente le entregaban algunos mendrugos.
Antinoo reprende a Eumeo por haber llevado a aquel desconocido, pero en seguida Telémaco toma la palabra y detiene el ataque a su compañero con duras críticas. Odiseo no se asusta por cómo había sido densotado y se dirige hacia el propio Antinoo diciendo que este galán debería darle el doble que los otros debido a su gran parecido con el rey de Ítaca, pero como respuesta solo recibe un insulto y un escabel que le es arrojado. Odiseo, sin inmutarse en lo más mínimo, no respondió a la agresión, sino que elevó su voz a los dioses pidiendo que trajeran la muerte en forma veloz para aquel que lo había insultado y agredido.
Cuando la insigne Penélope se enteró de este atropello dentro de su palacio, se dirigió a Antinoo y lo reprendió con durísimas palabras, luego de lo cual pidió que aquel mendigo fuera llevado sin demora ante su presencia. Ante la posibilidad de ver a su esposa nuevamente luego de veinte años, Odiseo recurre a su astucia y prudencia y respondo que irá a verla solamente cuando sea de noche, para evitar que su encuentro sea descubierto por los demás y así verse libre de las sospechas que esto pudiera producir.

lunes, enero 21, 2008

La Odisea. Canto XVI

Telémaco llega finalmente a la casa de Eumeo y el fiel porquerizo ve realizados sus deseos al verlo con vida y sin daño alguno. El hijo del héroe se entera con gran satisfacción que su madre, la augusta Penélope, aún no ha sido forzada a elegir nuevo esposo, luego de lo cual accede a entrar en la casa de Eumeo, donde ve a Odiseo, aunque desconoce por completo su verdadera identidad.
Luego de la cena, Telémaco pregunta acerca del huésped del porquerizo y éste le cuenta la historia que le fue relatada a él por el visitante misterioso. La desición de Telémaco es hacerle regalos al desconocido, pero elige no hospedarlo por temor a que los pretendientes puedan llegar a lastimarlo o humillarlo.
Luego de esto, Telémaco ordena al porquerizo que vaya con su madre y le informe de su vuelta sano y salvo a Ítaca, para que a su vez ella envíe un mensajero a Laertes, padre de Odiseo.
Luego de que Eumeo abandona aquel lugar, Atenea aparece para ser vista solo por Odiseo y lo convence de revelar toda la verdad a su hijo, para poder preparar juntos la lucha contra los pretendientes. Atenea lo toca con una vara y Odiseo recupera su forma, Telémaco lo confunde con un dios, pero luego lo reconoce y ambos se abrazan.
Finalmente Odiseo y Telémaco están juntos.
Telémaco comienza a informar a su padre acerca de la cantidad y procedencia de los pretendientes, los cuales son más de cien, y el rey de Ítaca comprende que, con la ayuda de Atenea y Zeus, la tarea de acabar con ellos no representará ningún problema. Odiseo ordena a su hijo que vuelva al palacio asegurándole que él mismo iría luego; también le dice que, a una seña suya, deberá esconder todas las armas con alguna excusa, guardando solo dos espadas, dos lanzas y dos escudos que serían usadas por el padre y el hijo contra los indeseados visitantes. Telémaco comprende que no debe revelar el secreto de la vuelta de su padre a nadie.
Eumeo informa a Penélope de la vuelta a salvo de su hijo y los pretendientes ven llegar el barco que habían enviado a matarlo, comprenden así que un dios protege a Telémaco. Como ven su plan fracasado intentan planear nuevos males contra el joven, pero Anfínomo propone que la muerte de Telémaco se llevaría a cabo solo si Zeus manifestaba su conformidad, lo cual fue aceptado por todos los pretendientes.
Penélope critica duramente a los galanes por tramar la muerte de su hijo y recuerda a Antinoo que Odiseo había salvado la vida de su padre, pero Eurímaco le asegura que ninguno de ellos tiene la intención de atacar a su hijo.
Eumeo vuelve a su casa y cuenta a sus dos huéspedes las novedades, luego de lo cual disfrutan de un sueño reparador.

lunes, enero 14, 2008

La historia de Dédalo (2º parte).

Minos comenzó a buscar a Dédalo por todos lados, sabiendo que el arte que este hombre poseía era de máxima importancia para su reino, ya que se contaba que había aprendido sus artes de Atenea en persona.
Sabiendo que el famoso inventor desearía ocultar su presencia ante él, Minos desarrolló un acertijo práctico y ofreció una recompensa a cualquiera que pudiera resolverlo. El juego consistía en un espiral hueco y el objetivo era pasar un hilo a través de él. La respuesta le llegó desde Camico, en donde un hombre había atado un pequeño hilo a una hormiga y la había hecho caminar por dentro del espiral, logrando así el cometido.
Seguro de que no podía tratarse de otro que no fuera Dédalo, Minos se dirigió inmediatamente a la corte del rey Cócalo y le exigió que trajera al gran creador frente a él. El rey meditó y respondió que actuaría según se lo solicitaba y entregaría a Dédalo, pero antes invitaba a Minos a que disfrutara de un baño para reponer las energías después del viaje.
Minos aceptó gustoso, pero luego lamentó su error ya que las hijas de Cócalo le arrojaron agua hirviendo hasta que la muerte liberó del tormento al rey de Creta. Hay historias que dicen que fue el propio Dédalo quien hizo hervir el agua cuando Minos tomaba su baño para no tener que volver a estar bajo su mando.
Se cuenta que Dédalo tomó como aprendiz a su sobrino, el joven Perdix, quien tenía una gran inteligencia y aprendía velozmente lo que su tío le enseñaba. Perdix mostraba gran astucia a la hora de aprender y no tardó mucho en inventar distintas herramientas que demostraron ser muy útiles en los talleres.
Lamentablemente, Dédalo comenzó a sentir cierta envidia hacia su sobrino y ésta fue creciendo más y más hasta volverse demasiada intensa como para ser ignorada. En una oportunidad, estando sobre el templo de Atenea, Dédalo no fue capaz de evitar el sinsabor que le generaban los logros de su sobrino y lo empujó al vacío para librarse de él. Afortunadamente, Atenea favoreció el ingenio del joven y lo transformó en un ave, la perdiz, con lo cual salvó su vida.
Dédalo fue juzgado por este acto y desterrado.
Se cuenta que fue a instalarse con Yolao, sobrino de Hércules, quien se había establecido con varios colonos griegos en la isla de Cerdeña.

lunes, enero 07, 2008

La historia de Dédalo

Tengo el honor de presentarles un personaje muy importante de los relatos mitológicos, el gran Dédalo.
Dédalo era un arquitecto e inventor de la Grecia antigua, era ateniense, pero estaba desterrado en Creta y era muy admirado por su habilidad a la hora de fabricar y construir cosas, esta fama lo hizo atractivo a los ojos del rey Minos.
Minos lo puso bajo su mando y el arquitecto comenzó a hacer trabajos para el rey. El más famoso de todos sus trabajos fue el laberinto de Creta, donde el rey tenía pensado esconder al terrible minotauro, hijo de su esposa Pasífae con un toro, por obra de una maldición de Poseidón que ya relatamos en este blog en esta publicación. Dicho laberinto era una complicadísima red de caminos de la cual nadie era capaz de salir, solamente Dédalo podía hacerlo por conocer su secreto. Muchos critican a Dédalo el hecho de haber construido el laberinto, ya que así lo consideran cómplice del horror de Minos y su minotauro; queda en cada uno evaluar su opinión.
Allí fue encerrado el minotauro, a quien se le entregaba una cantidad de vírgenes en forma periódica para aplacar su ira, uno de ellos fue Teseo, quien finalmente lo mató.
Lamentablemente para el constructor, el rey comenzó a temer que el secreto de la salida del laberinto pudiera divulgarse, por lo que terminó encerrando al propio Dédalo y a su hijo Ícaro dentro del laberinto.
Claro que no fue muy inteligente al encerrar en el laberinto al hombre que conocía la forma de escapar de allí.
Dédalo e Ícaro escaparon, pero no tenían forma de escapar de la isla ya que todos los barcos eran registrados minuciosamente. El gran constructor sabía que no tardarían mucho en encontrarlos debido a que no podían escapar y no ganarían mucho escondiéndose en una isla, por lo cual decidió buscar la forma de escapar a como diera lugar.
Con su gran ingenio, Dédalo no tuvo inconvenientes en idear un sistema de alas que podían pegarse en la espalda con cera y gracias a las cuales podría levantar vuelo al igual que su hijo para escapar por el aire. Inmediatamente se puso a trabajar y no tardó mucho en verse a sí mismo y al joven Ícaro con un par de alas en la espalda, suficientes para elevarlos por los aires, como lo vemos en la imagen.

El inicio fue fantástico y ambos comenzaron a verse libres por fin de la persecución del rey, pero el joven Ícaro sintió los deseos propios de su juventud y quiso desafiar los límites. Aún en contra de las advertencias de su padre, Ícaro se elevó mucho y se acercó demasiado al Sol, logrando que el calor de éste derritiera la cera que unía las alas a su espalda. Cuando Ícaro comprendió su error ya era muy tarde. Dédalo fue testigo de la caída y muerte de su hijo.
Dédalo llegó a Sicilia, donde construyó un templo al dios Apolo, en el cual colocó las alas que le habían dado la libertad.