Perfiles griegos. Novena entrega: Ares

Sean todos bienvenidos al nuevo año del Templo de los Dioses, ruego sepan disculpar la tardanza en la publicación, pero no fue nada fácil recuperarse de la partuza descomunal que nos mandamos con los dioses; tuvimos que superar una resaca olímpica, limpiar todo el Templo, buscar la computadora que estaba debajo de mil guirnaldas, copas vacías, ropas tiradas, y muchos etcéteras que no debo comentar.
Pero hemos volvido con todo (bah, nunca hubo mucho) y en este año continuaremos con lo que veníamos haciendo… no, che, no se vayan, que también tenemos novedades. Ya lo verán.
Para iniciar este nuevo ciclo comenzaremos por presentar a un nuevo miembro de esta morada divina, su nombre es Ares.

Ares es el dios de la guerra y es uno de los hijos de Zeus y Hera, de quien ya relatamos los amores que tuvo con Afrodita, para ese entonces esposa de su hermano Hefesto y todo lo que ocurrió en ese episodio. Ares y Afrodita fueron padres de Fobos (el terror) y Deimos (el temor) y Harmonía (la nena viene a equilibrar la balanza con los dos hermanitos tan poco agradables).
Se cuenta que su talla es sobrehumana y que siempre estaba armado con coraza, casco, escudo, lanza y espada.
Ares nunca fue muy bien visto que digamos por los demás inmortales, siempre hubo cierto desprecio hacia él y no terminaba de encajar perfectamente con ellos. Si bien Ares representaba la guerra lo hacía de una forma muy distinta a como lo hacía Atenea, ya que ella significaba la guerra guiada por la sabiduría mientras que Ares era todo lo opuesto puesto que era la viva imagen de la guerra salvaje y sanguinaria llevada a cabo por la fuerza bruta e irreflexiva, dando enormes gritos cada vez que entraba en combate. Esto puede servir para explicar por qué Ares no encajaba muy bien con los demás dioses, ya que se alejaba bastante del carácter griego.
No es difícil comprender que Ares fue derrotado por Atenea cada vez que combatieron, lo cual muestra la preferencia griega por la inteligencia antes que la fuerza bruta, incluso un mortal llamado Diómedes hiere a Ares en el vientre (ayudado por Atenea, claro) durante la guerra de Troya. En dicha guerra, Ares lucha casi siempre a favor de los troyanos aunque sin importarle mucho la causa de esa ciudad y llega a cambiar de bando sin hacerse mucho problema.
En la imagen lo vemos charlando muy animadamente con una señorita muy bien dispuesta, mientras su cortejo lo alivia del peso de sus armas y le sirven una copa de néctar.

Además de tener arrumacos con Afrodita, Ares buscó muchas aventuras con las mortales, la gran mayoría de ellas… por la fuerza.
En la lucha entre titanes y dioses, Ares es vencido y secuestrado por Oto y Efialtes, dos hermanos enormes que lo tuvieron encerrado en una jarra durante trece meses, hasta que Artemisa ofreció acostarse con uno de ellos y el otro se volvió loco de celos y se terminaron matando entre ellos, lo cual aprovechó Artemisa para liberar a su medio hermano.
Algunos aseguran que las famosas amazonas descienden de Ares, pero lo cierto es que estas guerreras le rendían culto a este dios, en lugar de descender de él.
Cuando Halirrotio, hijo de Poseidón, violó a Alcipea, hija de Ares, este último mató al joven y debió enfrentar un juicio. Ares, poco hábil para la retórica, sorprendió a todos defendiendo sus motivos con tanta elocuencia que fue encontrado inocente por un jurado de inmortales y dio su nombre a la colina de Atenas donde se había celebrado, pasando a llamarse Areópago y siendo el lugar donde pasarían a juzgarse los crímenes religiosos por los atenienses.