jueves, mayo 16, 2013

Jasón y los Argonautas. Comienza la travesía.

Jasón reunió los hombres que lo acompañarían en su viaje a la Cólquida para recuperar el vellocino de oro llevado por Hebe y Frixo hacía tantos años, la tripulación del barco llegó al número de 55 hombres, entre los cuales se encontraban los hermanos llamados “dióscuros”, es decir Cástor y Pólux, junto con Argo que era hijo de Frixo, el maravilloso músico Orfeo y nada más ni nada menos que Hércules. Fue justamente Argo quien construyó el barco que los llevaría a su destino y por eso la embarcación fue conocida con ese mismo nombre y la expedición pasó a la historia como los Argonautas, algo así como los viajantes del Argo.

Obviamente los dioses no estuvieron ausentes en esta construcción ya que Atenea les obsequió el mascarón de proa, fabricado con la madera de un roble sagrado de Dodona que le había sido consagrado a ella, este mascarón tenía el don de la palabra y era capaz de realizar profecías.

El barco partió de Tesalia y la aventura comenzó.

Primero llegaron a la isla de Lemnos, donde fueron recibidos por una gente muy especial. Cuenta la historia que las mujeres que vivían es esa isla decidieron negarse a entregarse a los hombres, hicieron una huelga de piernas cerradas y no consintieron en que ningún hombre disfrutara con ellas el dulce placer del amor. Esto hizo que Afrodita, diosa muy volcada a que se disfrute ese dulce placer sin inconvenientes ni obstáculos, se enojara mucho con ellas y, ante la negativa a cambiar su parecer, las castigó terriblemente con un hedor espantoso que se hacía insoportable. No es difícil imaginar que estando rodeados de mujeres que no quieren acceder a las demandas y que, encima de males, tenían un tufo que anulaba al más valiente, los hombres decidieron alejarse de aquel lugar y buscar suerte en otras tierras más hospitalarias.

La reacción de estas mujeres fue veloz, los mataron a todos menos al rey Toas, quien quedó como rey de una gran cantidad de apestosas.

Los argonautas desconocían por completo estos sucesos y llegaron allí para conseguir agua, alimentos y demás cosas que necesitaban para continuar su viaje, pero encontraron a todas estas mujeres, bellas y jóvenes, que los recibían con los brazos abiertos y muy delicados modales. De haber conocido la historia de estas mujeres hubieran podido deducir que el hecho de no tener ya ese olor fétido saliendo de sus cuerpos procedía de la revocación de la condena de Afrodita, lo cual significaba que esas mujeres habían dejado de negarse a los hombres y, muy por el contrario, ahora querían recuperar el tiempo perdido, lo cual complacía mucho a Afrodita. Poco después de que ellas tomaran esa decisión, llegaron a la isla más de 50 hombres jóvenes y fuertes, cuya estancia en el mar los había mantenido lejos de cualquier mujer.

Queda claro que no perdieron mucho tiempo que digamos en presentaciones y charlas. Jasón se unió a la hermosa Hipsipila, hija del rey Toas, dejando claro que no era ningún tonto a la hora de elegir.

Al igual que lo que le sucedería luego a Ulises al volver a Itaca luego de la guerra de Troya y comentado por Homero en la Odisea, los argonautas también tuvieron su recreo durante su travesía. Ulises estuvo un año con la maga Circe y alrededor de siete junto a Calipso, no siendo muy respetuoso de su fidelidad a Penélope.

Los argonautas estuvieron dos años disfrutando en Lemnos de una orgía incomparable, hasta que el líder de la expedición decidió que tenía que tomar una decisión al respecto y elegir entre quedarse definitivamente allí disfrutando los placeres de la vida fácil y lujuriosa o lanzarse sin temor a la desafiante aventura que tenía por delante.

Jasón, luego de esos dos años de pasarla realmente bien, escogió la responsabilidad que su rango le exigía y ordenó a sus hombres que volvieran a Argos y continuaran su marcha.

Seguramente hubo muchos que no tenían la menor intención de continuar el viaje, especialmente luego de tanto tiempo de descanso, pero la autoridad de Jasón no fue jamás discutida por ninguno de ellos y todos, sin duda muy al pesar de muchos, se alistaron para continuar.

Los argonautas dejaron la isla de Lemnos y pusieron rumbo a la gloria.

Eso sí, con energías completamente recargadas.

viernes, mayo 10, 2013

Jasón y los Argonautas. Prólogo.


Quisiera comenzar esta nueva etapa del Templo con la famosa travesía que comandó Jasón y que reunió a gran cantidad de héroes para recuperar el vellocino de oro que había sido obsequiado al rey de la Cólquida.
Pero para llegar hasta ese viaje hay que atravesar las tormentosas aguas que produjeron el alejamiento del vellocino.
Todo empieza cuando Hele y Frixo, hijos de Atamante, rey de Beocia (hoy una provincia griega) tuvieron que huir de su reino por culpa de la persecución de la cual eran víctima por parte de su madrastra Ino, para esto montaron en una especie de carnero que les había sido entregado por Hermes por orden de Zeus para tal fin. Este carnero estaba dotado de razón y palabra, poseía un par de alas y su lana era de oro, la cual al ser esquilada formaba un vellón o vellocino.
Ambos hermanos fueron elevados por los aires por el fantástico animal y cruzaron tierras y mares, pero la tragedia se desató sobre ellos ya que la pequeña Hele no pudo sostenerse del animal y cayó desde aquella enorme altura encontrando la muerte en unas aguas a las cuales pasó a llamarse Helesponto, que significa: Mar de Hele y es la entrada al Mar de Mármara, antesala del Mar Negro.
Lleno de dolor por la muerte de su hermana, Frixo continuó su viaje y atravesó todo el Már Negro hasta llegar a las tierras de la Cólquida, donde sacrificó el carnero a la gloria de Zeus y entregó el vellocino de oro, es decir la lana y la cabeza del carnero al rey Eetes, quien lo dejó bajo la custodia de un terrible dragón que nunca dormía. Eetes también dio a Frixo a su hija Calcíope en matrimonio y se cuenta que pasó allí el resto de sus días en paz.
Cierto tiempo después, Esón, rey de Iolco (al norte de Beocia), fue traicionado y destronado por su hermano Pelias y se produjo la profecía de que Pelias sería a su vez arrancado del trono por un hijo de Esón, también se le advirtió a Pelias que debería tener cuidado con el hombre que tuviera un pie cubierto por una sandalia y el otro pie descalzo.
Como sabemos, estos augurios en la mitología griega no eran azarosos ni evitables, más que una advertencia cumplían el papel de designios inalterables.
Cuando luego, Esón tuvo un hijo, supo que esa profecía era muy peligrosa para el niño, motivo por el cual decidió protegerlo. Fue llamado Jasón y de inmediato me lo entregaron a mí, Quirón, para que lo educara y entrenada mientras se corría la voz de que el recién nacido había muerto, con lo cual su existencia estaba protegido.
Me lo acuerdo como si fuera ayer, era un chiquitín precioso y muy hábil para la batalla, dotado de una gran fuerza y muy valiente también. ¡Cómo extraño a mis alumnos! En fin…
Cuando tenía más o menos veinte años, Jasón decidió que era hora de hacer su propio camino y se alejó de mi lado; como todos aquellos que quieren avanzar y no saben muy bien cómo hacerlo, Jasón consultó un oráculo y éste le dijo que se vistiera como los macedonios de Magnesia (¿de allí vendría la famosa leche?), se vistiera con la piel de un leopardo y tomando dos fuertes lanzas se presentara ante su tío Pelias. Jasón no perdió tiempo y se dirigió a Iolco y se cuenta que ya contaba con la bendición de los dioses, algo que él pudo sospechar cuando se vio detenido por la corriente del río Enípeo, que solo pudo cruzar subiéndose a la espalda de una viejita en la cual creyó descubrir los rasgos de Hera, situación en la cual perdió una sandalia que fue llevada por el agua.
Así, con dos lanzas y solo una sandalia llegó hasta la presencia de Pelias, quien supo que ese hombre representaba un gran peligro para su posición en el reino, pero por su linaje tuvo temor de matarlo.
Ante dicha encrucijada, Pelias reconoció a Jasón y le dijo que los espíritus de los familiares muertos no podían descansar en paz hasta que el vellocino de oro fuera devuelto a tierras griegas, hazaña que llenaría de gloria a Jasón y, luego de lo cual, el trono del reino le sería cedido.
Ante tal promesa de aventuras, éxito y reino, Jasón accedió inmediatamente y comenzó a buscar a aquellos hombres que lo acompañarían en la expedición.
Pero eso es tema para una próxima publicación…