sábado, septiembre 29, 2007

Perfiles Griegos. Duodécima entrega: Hestia.

Sean todos bienvenidos a la presentación del último de los inmortales moradores del monte Olimpo, en este caso se trata de una dama y con ella ya habremos terminado el camino que iniciamos hace tanto y que consistía en presentar ante ustedes a estos maravillosos personajes que tanto han contribuido a la historia, la cultura y, por qué no, al folklore de occidente durante los últimos dos o tres milenios.

La figura que nos reúne hoy es nada más ni nada menos que Hestia, a quien vemos en la foto con una mascotita.
Hestia es hermana de Zeus, Poseidón, Hera, Deméter y Hades; para mayor información podemos decir que ella fue la primogénita de Cronos y Rea, es decir que ella era la mayor de los seis y también la primera que, luego de nacer, fue devorada por su propio padre para tratar de evitar la profecía por la cual se había enterado que uno de sus hijos le arrebataría el trono (quien, como nosotros ya vimos, no fue Hestia sino Zeus).
Hestia es, al igual que Atenea y Artemisa, una diosa que había jurado mantener intacta su virginidad por toda la eternidad, en ningún momento se dejó tentar por nadie, ya fuera humano o inmortal y fue así como resistió sin inconvenientes los deseos que tanto su hermano Poseidón como también Apolo manifestaron por ella.
Fue enorme la admiración (y quizá también la incredulidad) de Zeus ante la constancia de Hestia en este asunto y como muestra de su respeto por ella y su determinación siempre le concedió la primera víctima en todos los sacrificios públicos.
La castidad inviolable de Hestia difiere mucho del libertinaje que demostraban la mayoría de los inmortales, especialmente Zeus, y esto está en perfecta consonancia con el hecho de que esta diosa era la defensora de la familia y la representante del hogar, así como también del fuego que chisporrotea y lleva calor a cada uno de los hogares. Es por esto que los griegos (y también los copiones romanos) la adoraron en el fuego que flameaba frente a ellos, sin necesidad de representarla en imágenes a lo largo de varios siglos.
Por todas estas cuestiones era considerada la deidad menos relacionada con las cuestiones materiales de todo el Olimpo, así como también la más casta y pura.

viernes, septiembre 21, 2007

La Odisea. Canto XI

Odiseo y sus hombres inician la travesía que los llevaría a las entrañas del Hades, donde moran todos los muertos, destino aterrador a donde ningún hombre mortal había llegado y solo unos pocos elegidos se atrevían a ir, entre otras cosas por la presencia de Cerbero, un terrible perro de tres cabezas totalmente salvaje.

Al llegar al lugar señalado por Circe liban a todos los muertos derramando leche con miel, vino y luego agua pura. Odiseo promete inmolar para ellos la mejor vaca de Ítaca y a Tiresias su mejor carnero. Al matar una vaca aparecen los muertos.
Odiseo vió a Elpénor, muerto en la morada de Circe, y éste le pide llevar su cadáver a su tierra y quemarlo, a lo que Odiseo acepta. Luego aparece la madre de Ulises, Anticlea, que estaba viva cuando su hijo partió a Troya; tanto la madre como el hijo derraman abundantes lágrimas.
Luego viene Tiresias y Odiseo envaina su espada para que él pueda beber la sangre de la vaca.
Tiresias le advierte de no lastimar a las vacas de la isla del sol y le dice que en Ítaca haga homenaje a Poseidón y luego a todos los demás dioses.
La madre le explica a Odiseo que su reino sigue en pie y que Penélope no se casó y que ella murió de pena por su ausencia.
Odiseo quiere abrazarla, pero no puede por ser ella un fantasma y ella lo incita a volver a la luz, pero antes Odiseo habla con varias mujeres, entre ellas Alcmena (madre de Hércules), Yocasta, Cloris (madre de Néstor), Leda (madre de Cástor y Pólux), Fedra, Ariadna. En la imagen vemos a Odiseo hablando con éstas mujeres y comenzando a inquietarse ante la presencia de algunas criaturas que codiciaban beber la sangre del animal.


El héroe también se encuentra con varios de sus compañeros; Agamenón cuenta su muerte, Ayax, Patroclo y luego Aquiles, a quien Odiseo le cuenta que su hijo participó de la treta del caballo contra Troya y salió sin daño. Ayax permanece alejado, ofendido con Odiseo por haberlo vencido y obtenido así las armas de Aquiles luego de morir éste.
También habla con Minos, Teseo, Orion, Piritoo; pero luego los muertos son muchos y Odiseo se va por temor.


jueves, septiembre 13, 2007

La Odisea. Canto X

El próximo destino fue Eolia, tierra del dios Eolo, señor de los vientos, donde permanecieron por espacio de un mes, luego de lo cual Eolo entregó a Odiseo un cofre que contenía todos los vientos, excepto el céfiro para que los impulsara a través de las olas. Luego de varios días de navegar tuvieron las costas de la querida Ítaca a su vista y Odiseo sintió que todo había terminado ya; el héroe se echó a descansar y se quedó dormido. Fue en ese entonces que sus hombres sintieron envidia por el regalo de Eolo, creyendo que sería oro y joyas; ellos creyeron tener el mismo derecho al tesoro y abrieron el cofre. Todos los vientos fueron liberados y se produjo una terrible tormenta que devolvió el barco a Eolia.
Nuevamente Odiseo se presentó a Eolo y solicitó su ayuda, pero el dios comprendió que esos navegantes no era del agrado de los dioses y los echó fuera de su isla.
De allí se dirigieron a la tierra de los lestrigones, de enorme talla, tres fueron a investigar al palacio, pero su jefe, Antífate, devoró a uno de los amigos de Odiseo. Los lestrigones lanzaban enormes rocas por cientos y mataban a los navegantes y hundían los barcos. Solamente se salvó la embarcación en la que el propio Odiseo estaba.
De allí llegaron a Gea, donde habitaba la maga Circe, se hicieron dos grupos y al dirigido por Euríloco le tocó en suerte ir a descubrir el lugar. En el palacio de Circe vieron lobos y leones, pero su sorpresa fue enorme cuando estos animales los recibían con agrado, como invitándolos. Todos entraron menos Euríloco, quien sospechaba algún engaño.
Circe convidó a los hombres con una bebida y luego los tocó en la cabeza y todos quedaron convertidos en cerdos al instante. Al ver esto, Euríloco huyó hacia el barco y contó todo a Odiseo con la fuerte intención de irse de allí lo más rápido posible, pero el héroe decidió rescatar a sus hombres.
En el camino, Odiseo fue detenido por Hermes, quien dio a Ulises una raíz que lo protegería del hechizo de Circe y le aconsejó que la amenazara para que ella accediera a sus demandas, luego de lo cual la maga lo invitaría al lecho y él no debería negarse.
Al llegar al palacio, Odiseo vio a Circe en medio de una manada de animales salvajes, los cuales permanecían a su alrededor, perfectamente calmados.
Odiseo fue convidado con la misma bebida que sus hombres y luego Circe lo toca en la cabeza, pero se sorprende como nunca al ver que no se convertía. Odiseo la arrincona contra una pared con su espada desenvainada y Circe recuerda la profecía que decía que esos hechos ocurrirían. Circe jura que jamás tratará de engañarlo de nuevo y ambos comparten el lecho.
Por pedido de Odiseo, Circe devuelve su forma humana a los hombres y, por pedido de la maga, él trae del barco a los restantes compañeros.
Allí permanecieron un año luego del cual Odiseo rogó a Circe que lo ayudara en el viaje. Ella lo envía a ver a Tiresias, el adivino ciego que mora en el Hades.
Antes de partir, el joven Elpénor, completamente ebrio, cae al suelo desde cierta altura y se rompe el cráneo contra las rocas.
Circe les entrega un cordero y una oveja negra antes de partir.

jueves, septiembre 06, 2007

La Odisea. Canto IX.

Odiseo se identifica y cuenta la historia.
El héroe relata cómo de Troya partió hacia la tierra habitada por los cícones, donde saqueó el lugar, luego de lo cual optó por retirarse, pero la negativa de sus hombres fue fuerte y dio lugar a que los cícones contraatacaran y pudieran matar a seis de los suyos antes de que pudieran zarpar. En la imagen vemos a una cícona en el campo de batalla, luego de la partida de Odiseo.




A causa de una tormenta enviada por Zeus, tuvieron que bajar la vela y remar hasta la tierra de los lotófagos. Varios fueron a investigar, pero no regresaban por lo que Odiseo en persona fue a buscarlos y tuvo que traerlos por la fuerza porque habían probado el loto, flor que hacía olvidar el hogar a quien lo comiera para permanecer siempre allí comiendo el fruto.
Luego llegaron a la tierra de unos seres gigantescos sin ley ni justicia, que solo tenían un ojo en la frente, los llamados cíclopes. Allí pasaron la noche y el día siguiente. Al amanecer, Odiseo va con su barco a investigar, dejando las demás embarcaciones lejos.
Odiseo y doce compañeros abandonan el barco y entran en la cueva de Polifemo, hijo de Poseidón, quien vive alejado de los otros cíclopes. Todos querían tomar la leche y los quesos y huir, pero Odiseo elige quedarse. Al llegar Polifemo los descubre y Odiseo le pide hospitalidad por respeto a los dioses, pero el cíclope dice no temer a Zeus y que no haría nada por complacerlo. Sin pensarlo dos veces, Polifemo devora a dos de los amigos de Odiseo y luego bebe enorme cantidad de leche. Antes de dormirse, el cíclope cierra la cueva con una roca enorme y deja atrapados a sus huéspedes sin posibilidad de escapar.
Al otro día, Polifemo se despertó y tomó otros dos hombres para su desayuno, luego abandonó la cueva dejando la inmensa roca bloqueando la entrada. Odiseo metidó la forma de escapar de allí y tuvo una idea. De noche, luego de que el cíclope devorara a otros dos navegantes, Odiseo le ofreció varios odres de vino, los cuales Polifemo vació en segundos y pidió más. Rápidamente, Odiseo le dio todo el vino que tenía mientras conversaba con él y logró así que el dueño de la cueva se embriagara. Antes de dormir, Polifemo le preguntó su nombre y él respondió: “Mi nombre es Nadie”, como recompensa obtuvo la promesa de ser el último en ser devorado.
El gigantesco hombre se durmió presa del vino y Odiseo ordenó a sus hombres trabajar rápido, tomaron el mástil de un barco y le hicieron una punta afilada que luego calentaron al fuego. Con aquella gigantesca lanza, Odiseo guió a sus hombres y la clavaron en el único ojo de aquel asesino.
Polifemo se despertó gritando salvajemente y atrajo a muchos otros cíclopes a ver qué le ocurría, por fuera de la enorme roca le preguntaron qué era lo que le ocurría y él respondió: “Nadie me mata”, ante lo cual los demás se burlaron de él y se fueron.
Completamente ciego, Polifemo continuó con sus actividades, pero vigilaba la puerta palpando su ganado para que nadie pudiera escapar. Odiseo hizo que sus hombres unieran de a tres carneros y se sujetaran al del medio por debajo y Polifemo no notó el truco y ellos escaparon.
Ya llegados al barco, Odiseo no pudo contener sus deseos de gritar al cíclope y le dijo su verdadero nombre, allí Polifemo recordó que se le había predicho que Odiseo lo cegaría, pero él había creído que se trataba de un hombre gigantesco con la fuerza de los dioses. Al reconocer su error, Polifemo invocó la ayuda de Poseidón, su padre, para traer la desgracia sobre aquellos hombres.
El dios del mar escuchó perfectamente el pedido de su hijo.
Mientrastanto, en Ítaca, Penélope continuaba esperando el regreso de su amado marido.