Sed todos vosotros bienvenidos a esta nueva entrega de Perfiles Griegos. Luego de la exitosísima primera versión de este podio inusual, ahora nos metemos en esta nueva apuesta en la cual evaluaremos a los héroes de la antigüedad helena.
Y digo “exitosísima” sin exagerar, ya que fueron muchos los que se sumaron a este juego y opinaron y votaron a cada uno de los dioses presentados para darle vida a estos inmortales personajes.
Como siempre, mi agradecimiento a cada uno de ustedes y ahora lo uno a la invitación para esta nueva empresa.
Empecemos entonces con uno de los más importantes héroes de toda la antigüedad, que no tuvo la culpa de que muchos siglos luego fuera interpretado en el cine por un actor supertrabajado con productos de belleza que solo servía para generar ganancias sin tener la menor importancia el hecho de que estaba destruyendo la historia de la guerra de Troya.
Damas y caballeros, les presento a Aquiles.
Aquiles era hijo del gran Peleo, rey de los mirmidones y de Tetis, una de las nereidas (hijas de Nereo) a quien se suele confundir con la titánide del mismo nombre, confusión acrecentada por el hecho de que la madre de nuestro héroe era nieta de la titánide.
Debido al nombre del padre, Aquiles era también conocido como el Pélida (hijo de Peleo) y por su velocidad al correr se lo llamaba “el de los pies ligeros”.
La leyenda popular cuenta que su madre lo sumergió en la laguna Estigia sujetándolo del talón, con esto se buscaba lograr la invunerabilidad de su cuerpo a todas las armas, quedando solamente esa porción de su pie sin proteger por no permitir la mano de su madre el contacto con el agua.
Si bien esta leyenda es famosa, en la Ilíada se relata (no recuerdo donde y no voy a releer todo el libro solo para dar la cita) que Aquiles sufre una herida menor, con lo cual la leyenda debería ser tenida por, al menos, dudosa. La realidad es que Aquiles se convirtió en el guerrero más fabuloso que existió en las islas griegas y todos temían su nombre.
Desde pequeño fue entregado para su educación a mí, Quirón, quien me ocupé de entrenarlo tanto en cuerpo como en su espíritu para ser un guerrero y un rey.
Cuando ya era un guerrero consagrado, se armó la flota griega para luchar contra Troya. Su madre fue a visitarlo y predijo que si se quedaba en su tierra tendría una vida feliz y larga, con esposa y descendencia, pero si iba a la guerra no volvería con vida y su nombre alcanzaría la fama y la gloria eternas. Esta decisión de Aquiles nos muestra que su deseo de reconocimiento estaba por encima de sus ambiciones terrenales, prefiriendo ser el héroe en que se convirtió que solo un hombre más.
La guerra de Troya duró diez años y durante ellos Aquiles se convirtió indiscutidamente en el guerrero más importante de las fuerzas aqueas, hasta que una discusión con Agamenón, líder griego, hizo que su furia estallara y retirara a sus hombres del combate.
Esto ocurrió debido a que la peste se había extendido por el campamento aqueo y se descubrió que era por flechas lanzadas por Apolo, ya que una de sus sacerdotisas, Criseida, había sido esclavizada por Agamenón. Aquiles fue inflexible y la mujer fue devuelta, pero el jefe tomó para sí a Briseida, esclava de Aquiles. Sintiéndose insultado, Aquiles abandonó el combate, prefiriendo sostener su orgullo antes que la batalla. A diferencia de lo mostrado por Hollywood, Aquiles jamás se enamoró de Briseida, sino que fue su orgullo lo que generó su retirada.
De nada sirvieron los ruegos de todos los griegos, especialmente de Ulises, para que volviera, los troyanos estaban aprovechando su ausencia y pasaban a vencer a los griegos. Aquiles llegó a rogar a Zeus que concediera la victoria a los defensores y destruyera a Agamenón.
Uno de sus hombres, Patroclo, tomó secretamente su armadura y, haciéndose pasar por él, llevó a sus hombres a luchar, pero fue muerto por Héctor, quien creyó haber matado a Aquiles.
El héroe quedó devastado al enterarse de la muerte de su amigo.
Llevado por el dolor y el deseo de venganza, Aquiles volvió a luchar. Con toda su furia no se detuvo en la sangrienta masacre y creó montañas de cadáveres hasta que finalmente pudo enfrentarse con Héctor. Entre los dos no hubo ningún tipo de lucha, ya que apenas se encontraron Aquiles atravesó con su lanza la garganta del troyano, matándolo al instante.
Aquiles ató el cadáver del príncipe de la ciudad y lo arrastró humillantemente hasta su campamento, como vemos en la imagen.
Tiempo después se le presentó Príamo, rey de Troya, ayudado por Hermes y sus ruegos sufrientes ablandaron al asesino de su hijo y éste le devolvió el cuerpo inerte de Héctor en uno de los pasajes más conmovedores de toda la epopeya.
Pero el propio héroe sabía que no iba a sobrevivir a la batalla y no pudo evitar su destino. París, quien había raptado a Helena y motivado la guerra, le disparó una flecha que fue guiada por Apolo y acabó con su vida, no pudiendo así ver concluida la empresa bélica, pero asegurando su gloria para toda la eternidad.
Sus huesos fueron mezclados con los de Patroclo (algún día hablaremos de esta relación) y se celebraron juegos fúnebres como nunca antes había habido.
Tiempo después, Ulises se encontraría con su espíritu en el Hades, cuando volvía a Ítaca, como relatamos en los cantos de la Odisea.
Hay mucho más para contar de este héroe, pero creo que ya me extendí bastante.
El resto lo dejo librado a vuestras curiosidades.
Recuerden que todos pueden votar por Aquiles adjudicándole un puntaje entre 1 y 10 en los comentarios.