Podio de los dioses.
Nuevamente se había dispuesto todo para realizar la ceremonia, los dioses ocuparon sus asientos y esperaron que ingresaran los jueces y tomaran asiento. La música inundó el salón y sirvió de introducción para todo lo que estaba por suceder.
Yo, como anfitrión, dediqué unas palabras de agradecimiento a todos los presentes y presenté a Hermes, quien apareció entre medio de las altas cortinas.
A continuación mencioné algunos pasajes de la vida del inmortal, entre los cuales figuraba la forma en la que había sido incluido en la lista de moradores del Olimpo, siendo él el duodécimo en ocupar un lugar tan importante y significativo.
Cuando todo estuvo dicho y hecho, fue el turno de los jueces evaluarlo y dictaminar su puntaje.
El primero en hacerlo fue el Profe, quien realizó un pequeño reto al organizador por la tardanza en realizar la presentación del dios. El Profe se manifestó sorprendido alegremente por Hermes y lo calificó con un 8,50 haciendo notar su relación con la palabra “hermético” y tratando de averiguar el significado de su sobrenombre: “Trismegisto”.
Yo acoté unas palabras acerca del significado de hermético y luego se pasó al segundo voto, el de Sir Paul K. Peyronel.
Este juez no dejó de notar las grandes habilidades de Hermes, pero le resta puntos el hecho de haberse vuelto mensajero del Olimpo, un “che pibe” de los dioses y por eso solamente lo calificó con un 6. Luego procedió a sumarse al pedido del Profe por prontas actualizaciones.
Nuevamente el Profe repitió su pregunta acerca de “trismegisto” y fue respondida.
A continuación, Pitoti2 reconoció el valor del evaluado por todos sus viajes, donde debía haber conocido a mucha gente, comerse buenos asados hechos por él mismo y participar de fiestas, lo cual a su juicio le valió un rotundo 10.
Finalmente Facundo le adjudicó un 8 por su vivacidad (vaya a saber uno a qué se refiere) y su inteligencia. Además le gustó el sobrenombre.
Esto arroja un total de 32,5 que dividido entre cuatro jueces da un promedio de 8,13
El podio queda así:
Atenea: 8,20